jueves, 22 de marzo de 2012

La razón la tiene el corazón.

A veces no puedo expresarme a través de analogías, porque termino siendo preso de ellas y nunca se puede ser tan exacto como algunas situaciones lo ameritan.
Entonces, ésta vez sin esconderme detrás de éste recurso, intentaré poner una luz en el sótano de mi alma sin miedo a que vean que escondo allí.
Siempre es difícil decir lo que uno siente, sobre todo si uno cree que no sabe lo que siente. Se toma su tiempo para aclarar ideas y, pese a ello, nunca logra poner orden. Aún desde la distancia impuesta, jamás ver las cosas en perspectiva. Situaciones familiares que se vuelven huérfanas de madre que las pueda concebir dan vuelva al final del trayecto y vuelven a nuestro encuentro en el mismo lugar donde nos detuvimos. Ese punto en el camino donde nos creíamos seguros, a salvo del tiempo y la distancia.
Hoy, como en tantas otras ocasiones, la necesito. No porque tenga un grano en la espalda que quiera que me saque (aunque si). Sino por de esa sensación de paz que, una y otra vez, me invadió por completo al hacerme chiquito entre sus brazos. Por esas sonrisas que, contra todo pronóstico, vencieron a mi mandíbula, apretada con fuerza, con la sola ayuda de una de las suyas. Porque es su imagen la que me socorre en sueños de futuro y le da sentido al nombre que murmuro al despertar. 
No la necesito por necesidad, sino por mucho querer. Mi vida sigue su curso, pero no tengo con quien compartirla. Y toda vez que los acontecimientos fueron dignos de ser contados, fue ella a quien elegí para hacerlo. No por público fácil, sino por ser ella. 
Y es así como, por mucho que le escape a la idea, la razón la tiene el corazón. La distancia y el tiempo no hacen mella en la realidad ni podrán cambiarla. Porque el amor es líquido y penetra tantas corazas como me ponga. Sean litros de transpiración nerviosa al ir a su encuentro, de baba que se derrama de mi boca al verla andar o, tan solo, esa lágrima que se escapa y se desliza por mis pestañas, como si de un tobogán se tratara, cuando me fui. Llegando hasta los cimientos de mi ser, filtrándose a través de cada fisura en mi ánimo, para inundar todo el sótano con una humedad que de no ventilarlos, formarán charcos que crecerán hasta inundar y estropear todo. 
No habrá horas ni metros que me convenzan de que es tarde o estás demasiado lejos.

1 comentario:

  1. "No la necesito por necesidad, sino por mucho querer. Mi vida sigue su curso, pero no tengo con quien compartirla."

    Derrama amor quien supo curar las heridas.

    ResponderEliminar